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El manejo del dinero

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Ya sea mucho o muy poco, todo el mundo tiene dinero. El tema está constantemente presente. Ganamos dinero, vamos de compras, miramos los precios y decidimos si algo vale la pena por el precio que pagamos: cada día necesitamos tomar decisiones sobre qué hacer con el dinero que tenemos.

Es importante recordar: El dinero es una herramienta. Con el mismo dinero puedo traer bendición o causar daño. Somos responsables de lo que hacemos con nuestro dinero y posesiones. Dios nos hará rendir cuentas de lo que nos ha confiado.

Jesús hablaba muy a menudo del dinero. Tanto en ese entonces como hoy, la pregunta es la misma: ¿Cómo podemos manejar adecuadamente el dinero? En su época no había mucha tecnología y manejar el dinero no era tan cómodo como ahora. Pero el punto sigue siendo el mismo: el dinero revela nuestra motivación. Muestra lo que realmente nos importa.

Mirando nuestros corazones

Podemos usar el tema del dinero como un espejo y buscar cosas perjudiciales dentro de nosotros:

Egoísmo
Giramos en torno a nosotros mismos. “¡Todo es mío! No voy a compartir nada”.
Envidia y codicia
No estamos satisfechos con lo que tenemos. Nos comparamos con otros y pensamos: “¡Él tiene algo mejor que yo! Yo también lo quiero”.
Arrogancia
“Soy mejor que otros. Mírenme”.
Preocupación y miedo
“No tengo suficiente. ¿Cómo voy a sobrevivir si...?”

¿Cuál de estas encuentras en tu corazón? Pídele perdón a Dios.

Sé justo

Con el dinero viene la tentación. Ya sea en el trabajo, con los vecinos y amigos, o al pagar los impuestos al gobierno: Hay formas de engañar a los demás. Algunas son obviamente ilegales, otras están en una zona gris, y algunas formas pueden ser legales pero aun así injustas. Pero Jesús nunca engañó a la gente y dijo claramente: “Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes” (Lucas 6:31) y “el trabajador merece su salario” (Lucas 10:7).

Cuando engañamos a otra persona, el daño que le causamos suele ser evidente, por lo que podemos ser más reacios a engañarla. Sin embargo, cuando se trata de una gran empresa o de nuestro gobierno, podemos tener menos inhibiciones. Aun así, lo malo sigue siendo malo.

Dios, ¿dónde he tratado a otros injustamente? ¿Dónde he violado o burlado las leyes?

¿Qué hago con mi dinero?

Dios quiere que manejemos nuestro dinero con responsabilidad y que seamos buenos administradores de lo que nos confía. Esto significa:

  • saber a dónde van mis fondos (usando un libro de contabilidad, una aplicación de presupuesto, etc.)
  • ser diligente y usar sabiamente lo que Él me confía
  • no ser derrochador
  • preguntar a Dios por qué objetivos debo trabajar

Es importante ser cuidadoso y sabio para no acabar en dependencias insanas de nuestro dinero (véase Romanos 13:8). Puede haber buenas razones para incurrir en deudas: objetivos más grandes como crear una empresa o construir una casa, que sólo pueden ser posibles de esa manera. Pero también hay muchas malas razones para incurrir en deudas. Por ejemplo: Me comparo con los demás y quiero unas vacaciones más increíbles o lo más nuevo de los comerciales que en realidad no me puedo permitir.

Dios, ¿para qué objetivos quieres que trabaje y ahorre dinero? Dios, ¿en qué desperdicio el dinero?

Recibir y dar

Dios dice que es un buen padre que se preocupa por nosotros. Podemos dudar de esto, pero la realidad es que Él cuida de nosotros mejor de lo que podríamos hacerlo nosotros mismos. Todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios, así que hay muchas razones para estar agradecidos con él.

Todos comenzamos nuestras vidas como pequeños bebés que sólo recibían. Dios quiere que crezcamos y aprendamos a responsabilizarnos de nuestra propia vida y de la de los demás. Esto significa compartir lo que se nos ha dado e invertir en lo que Dios desea. Así como Dios ama dar, él quiere que nosotros también amemos dar y seamos generosos.

Habla con tus amigos y tu entrenador sobre cómo puedes invertir en el Reino de Dios.

Mis objetivos

Dios, ¿sobre cuál de estos temas quieres hablar conmigo específicamente?

Establece objetivos sobre cómo vas a poner en práctica lo que Dios te ha mostrado hoy. Pide apoyo a un buen entrenador para ello. Busca a alguien que sea transparente, sabio y que no sólo venda productos.

Los mayores obstáculos para aprender a manejar el dinero de forma correcta suelen encontrarse en nuestro corazón. Para liberarte de esto, repasa las hojas de trabajo “Confesión de Pecados y Arrepentimiento” y “deshacerse de los lentes de color” junto con alguien que te apoye. (Comienza con la pregunta: “Dios, a través de qué lentes veo el dinero?”)